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Glosario



1983 – 2024


Gustavo Buntinx

EL VIRUS SE HIZO VERBO
Neologismos para refantasear el arte
(desde la praxis de MICROMUSEO)

(Pretexto) (*)


Detalle del virus informático que nubla el horizonte apocalíptico
en el cuadro Caja negra, realizado por Alfredo Márquez y Ángel Valdez el 2001.
En primer plano, la banderola imperial española reconfigurada como banner cibernético:
los colores de la Conquista, contaminados por los íconos distintivos
de dos “navegadores” tempranos de internet: Netscape y Explorer.
A la izquierda, el sol crístico (sincretismo andino)
que los artífices toman de la Nueva coronica y buen gobierno
de Guaman Poma de Ayala.
Colección MICROMUSEO
(“al fondo hay sitio”)

“Uno no puede seguir con el mismo vocabulario”

Juan Acha
“La crítica debe renovarse”
El Universal. Caracas: 22 de agosto de 1981
(Entrevista de Juan Acha con L.D.)
  

La filosofía, aventuraba Ludwig Wittgenstein en alguna de sus varias vidas (Investigaciones filosóficas, I, 109), es la batalla de la inteligencia contra el hechizo del lenguaje.

Claro que sí.

Pero también todo lo contrario.

Pues, como otro Wittgenstein sostenía, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (Tractatus: § 5.6).

Y ese mundo no es suficiente.

MICROMUSEO no es un proyecto de inserción alterna en los circuitos del arte sino de perturbación continua de sus rutinas. Y de su más allá. No postulamos un repertorio de transgresiones (ese recurso pueril) sino de interrupciones. Y transformaciones. Y revelaciones.

Incluso somáticas: la historia del arte como histeria del mundo.

Ansiado todo desde el enorme poder del sinpoder absoluto. Desde la precariedad material absoluta, pero con todas las potencias de la imaginación crítica.

Y de la fantasía. Contra el fantasma.

O viceversa.

De allí, tal vez, nuestra cierta tendencia al neologismo. O a la redefinición de nombres establecidos. Ello responde a una convicción primordial: en la tarea ardua de verbalizar la circunstancia presente de nuestra condición humana liminar, acaso terminal, el lenguaje mismo —esa “casa del Ser” (Heidegger)— debe ser re-flexionado.

Re-concebido casi, para acompañar mejor las alteraciones proteicas del arte nuevo que exige ser nuevamente nombrado.

Contra la malversación simbólica, contra el vaciamiento radical de sentido que le da ahora sentido extremo a la célebre formulación de William Bourroughs reformulada por Jaime Miranda Bambarén en su ya mítico Manifiesto Cabeza de Pescado: “The word is now a virus”.

Pero tal vez el antídoto para esa veneno del lenguaje se encuentre en el lenguaje mismo. Lograr que las palabras y las cosas signifiquen otra vez se torna así, otra vez, una tarea política —poética— de radical urgencia.

En el principio era el Verbo (San Juan 1:1)

Y en el final también.

Notas

* Agradezco a John Orrego la inspiración del título.